para mí habían dos formas de certidumbre: la certeza de dios o la certeza de la voluntad; siendo dos procesos distintos, ambas se enlazan bellamente de forma sinérgica porque la acción poco sería sin sentir que las cosas encajan en un orden mayor que pareciera corresponder tus aciertos, y aquél orden mayor sería inasible sin plena confianza en que la fuerza de tu disposición moral hacia algo y no otra cosa permitiría accionar y conquistar dentro de las posibilidades de la materia. Por tanto, la certidumbre de desear (y luego realizar) una acción admitiría estos dos enfoques que no serían más que eso, subjetividades, fragmentaciones de un mismo proceso... porque así las cosas, objetivando y simplificando el tema, resultaría algo como: haga su mierda, hágala bien, y Después se preocupa de los por qués.
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