domingo, 25 de marzo de 2012

Plan personal de fuga



Enterraremos nuestros muertos al amanecer. Habrá tregua y los cuchillos dormirán dispensados del brillo de la luna  

Cuando el sol al fin anime mi corazón desgarrado por la batalla me alejaré sin vergüenza.  El dolor corregirá todas mis palabras, hogar ahora significará hogar. Olvidaré las abstracciones que empiezan con mayúscula. Se escuchará por última vez mi nombre (un grito apenas en la llanura)

Desertor, resumirán frente al fuego. Tres Furias exigirán sangre por perjurio, Tres Furias pretenden de mí lo que nunca estuve dispuesto a dar. Este es mi plan personal de fuga. Los muertos poblarán tu castillo. Lejos de mi huerta. Y de mi amor.







viernes, 23 de marzo de 2012


Aun así habitaban los seres aquellos páramos, mendigando pequeñas palabras y compañía. Me acerqué a uno de ellos, él dijo: la maravilla no es transferible / la desesperación no se comparte. Yo razoné su desvarío y respondí: entonces sólo resta la vibración y el recuerdo y la analogía. Empatizar -se sabe- es cosa de dioses y la cordialidad duda de sí misma en toda boca. "Bello razonamiento, y sin embargo ¿Por qué te preocupaste entonces lo que un sol dura?" - preguntó sonriendo. Y en verdad tenía razón ¿valía la pena? Toda existencia se basta a sí misma, toda acción se dramatiza desde un drama personal. Todo el mundo es entonces un escenario de bellas tablas y los acompañantes un público fiel a la espera de la grandilocuencia y la afectación extática. "¿Esperabas una disculpa?" agregó con mordaz ironía. Callé pensativo, qué tristes estos páramos, qué solitarios aquellos seres. 


viernes, 16 de marzo de 2012

Lluvia (Juan Gelman)



hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/


jueves, 8 de marzo de 2012

Matapiojo



Solía resumir su vida en la primera conversación.
Esto ocurría todos los viernes,
mientras yo variaba las formas de interactuar ebrio
con las mujeres o los recuerdos.
La imagen es por lo demás odiosamente familiar:
Vasoboca, esquina, conversación
risa y proxémica y kinésica.
En otra esquina yo pensaba:
Oye, hablar con él es como saber antes el final de la película.
Solía felicitar al espejo luego de mear
Saber el final, qué hueá más brillante.


En las mañanas mientras pasaba la caña
discurría sobre su imagen y sobre otras cosas
como el contenido de la falda de fulana
como la sonrisa ebria de fulana
peregrina y azarosa como un pájarito
Las conclusiones más o menos eran así:
a. No resulta igual que antes hacerse el misterioso.
b. No hay por qué amigarse tanto con un rincón.
c. b. Nadie se compra la racionalización de ebrio despechado.


Sobre mi amigo erigía resultados parciales:
Un esclavo de su Ello.
Un artesano, una pantera, la sutileza hecha carne.
Puta el culiao jote, concluía con sentimientos encontrados.


Pero el drama repetido de su vida
narrado en cada presentación
me subyugó debo decirlo
como si fuera algo importante


Fue
cuando contaba por enésima vez cómo el tren de Hualqui
y la cicatriz de su frente
y la madre que lloró por su pequeño


En la tarde había visto
una película de samurais
y Fulana habló mucho de Gandhi
como si fuera de aquellas cosas
indiscutidas:
"Lo que haces es lo que eres"
todos se miraban con cierto orgullo odioso
y recordaban los buenos días de protesta estudiantil


Comprendí que era de suma justicia
de feliz economía
que mi amigo resumiera los hechos de su vida
en la primera conversación
e incluso encontrara una interlocutora linda
que hablara tales códigos
y devolviera una lista de cositas 
un prepicado un manual
de lo que ella misma era


Qué sería si no hiciera lo que hago?
me pregunté
si no tomara los viernes?
si no caminara todos los días al trabajo?


Un tarde inconciente -le escuché decir a mi amigo
y esto -señalando su cabeza
luego bebió su piscola
mientras buscaba un tema en el youtube






domingo, 4 de marzo de 2012




Tal vez a nuestra muerte el alma emigre:
a una hormiga,
a un árbol,
a un tigre de bengala;
mientras nuestro cuerpo se disgrega
entre gusanos
y se filtra en la tierra sin memoria,
para ascender luego por los tallos y las hojas,
y convertirse en heliotropo o yuyo,
y después en alimento del ganado,
y así en sangre anónima y zoológica,
en esqueleto,
en excremento.

Tal vez le toque un destino más horrendo
en el cuerpo de un niño
que un día hará poemas o novelas,
y que en sus oscuras angustias
(sin saberlo)
purgara sus antiguos pecados de guerrero o criminal,
o revivirá pavores,
el temor de una gacela,
la asquerosa fealdad de comadreja,
su turbia condición de feto, cíclope o lagarto,
su fama de prostituta o pitonisa,
sus remotas soledades,
sus olvidadas cobardías y traiciones.



Sobre Héroes y Tumbas. Ernesto Sábato