Pensaba irme. Volver a mi casa, donde hay cena y personas. A sentir. A bienvenir.
Pero las cosas de hoy merecen un par de palabras. Dos fueron los sueños, dos los arcanos en contraposición, dos los tropiezos de nombre en la vigilia, y un sin número de cisnes bañándose en la laguna bajo un mismo repetido cielo nublado. Pero estoy acá, anochece, me esperan en Talcahuano, es ahora, lo que pronto se irá. Los muchos augurios cambiaron de nombre y de rostro. Equivoqué los signos. Lo acepto. Te acepto.
Estoy tranquilo. Las cosas merecen siempre una muerte apresurada y sin embargo... No hay otra forma de llegar, sino en círculos concéntricos, espirales, repeticiones, vivencias y sobrevivencias. Numerosas copas por nuestros muertos.
Todo lo de este año lo tomo con el pecho abierto. Sostengo con humildad mis errores y los ofrendo a la piedad y a la felicidad. Aprecio con sinceridad mis nuevas amistades y las viejas que esquivan calendarios.
Reconózcome, en tantos ojos distintos.
Y antes del fin, tú sobre todos apareces
y brillas propia
y eres karma, mi doble opuesto.
pero estas palabras sólo harán eco en mí.
Seré, pese a todo, una madeja de cuerdas y carne sin sentido.
La extraña opresión de las casas viejas
La incógnita que dibujan las estrellas en el cielo nocturno...
Pero luz... luz pura.
y mis ojos capaces de incinerar el mundo.
en plena luz.
ÍTACA
(K. Kavafis)
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
mierdamierda.