Quise releer este libro porque nunca se me despegó el inicio. Por lo demás, a estas alturas de la des-enajenación, hay tiempo de sobra en el baño y en las micros para leer. Me gustó más, eso sí, Tokio ya no nos quiere. Como sea: me marcho, el cumple de mi primo se funó... así que voy a unas cabañas a la séptima. Nadaré y leeré mucho. Tomaré sol, cerveza. Pensaré poco, seré feliz. Todo eso.
Por otro lado, Así empieza el libro:
"Lo peor de todo no son las horas perdidas, ni el tiempo por detrás y por delante, lo peor son esos espantosos crucifijos hechos con pinzas para la ropa. Primero se recorta un cartón en forma de cruz y después se van pegando las pinzas encima. Hay que sacar el muelle y separar las dos tablitas y pegarlas luego con mucho cuidado, una para arriba y una para abajo. Al final se le da el barniz para que brille bien y parezca algo. También están los cubiletes para plumas y lapiceros, pero los crucifijos son mucho más feos.
Jorge Maíz le puso mucho amor a su elefante de escayola, después Paco Arce y yo lo pisoteamos hasta que sólo quedaron migas de escayola. Afortunadamente, T no sabe nada de esto.
Juan Carlos Peña Enano se empeñó en contarle a todo el mundo que me había cagado en el primer curso, lo cual, por otro lado, era casi cierto. Aunque, como es lógico, yo lo había negado rotundamente. Como él seguía, que si Elder se cagó, Elder soy yo, que si Elder nos apestó la clase más de un mes, no tuve más remedio que agarrar uno de los crucifijos de pinzas barnizadas y partírselo en la cabeza. Don Humberto me dio a elegir entre una torta y un castigo. Elegí la torta y me llevé las dos cosas. No me pregunten por qué. Las tortas de don Humberto dolían, pero no más que caerse en el patio y darse con las narices en el cemento. Los castigos eran más pesados porque tenías que estar dos o tres horas copiando páginas del libro de lecturas. En el primer curso era el libro de Pandora y la caja de los vientos; Pandora abría la caja en la segunda página y se pasaba después todo el año buscando sus vientos. En el segundo curso era el del Payaso Panocha. Todavía peor que Pandora, y peor aún que caerse en el patio y darse con la nariz contra el suelo. Los payasos son la segunda cosa más insoportable del mundo: disfraces de payaso, canciones de payasos, cuentos de payasos, películas de payasos y sobre todo cuadros de payasos.
"De todas formas, creo que lo que uno se inventa es más real que lo que a uno le pasa. Al fin y al cabo, lo que a uno le pasa no deja de ser un accidente."
"Tampoco hay que pensar mucho para joder, sólo hay que darle y darle hasta que sale todo disparado como por arte de magia. Cuando tengo la polla dura me siento bien, como si fuese a derriba un muro con ella"
Mi preferida:
“Cuando cumplí 16 años mi madre me dijo `corre al cuarto a ver lo que te he traído´.En el cuarto había un loro. Yo nunca le había dicho a mi madre que me gustasen los loros, pero ella me compró uno y me lo dejó en el cuarto para darme un gran sorpresa. Así que no tuve más remedio que alegrarme muchísimo y abrazar al loro con todas mis fuerzas.
Era un loro de colores, gordo y mudo. Al principio no se movía casi y miraba hacia otro lado al verme venir, después comenzó a suicidarse. Se quitaba las plumas de una en una con más tesón del que nunca le hubieses supuesto a un loro.
Llamamos al veterinario y el veterinario dijo que se trataba de un trauma por falta de afecto. Como no pensaba querer mucho más a mi loro, se me ocurrió soltarlo para que fuese en busca de algo mejor, pero lo único que encontró fue el perro del vecino. Supongo que resulta difícil volar con una sola pluma en el cogote.
Uno puede querer mucho a su loro, pero luego va un perro y se lo come. Por otro lado, uno puede no querer nada a su loro, pero luego va un perro y se lo come. Así que da igual cuánto quiera uno a su loro, porque eso no va a servirle de gran ayuda si anda un perro cerca.”
Finalmente:
“José Luis Santalla me dijo que por 50 pesetas me llevaría a ver a una tía estupenda que enseñaba el culo. Yo nunca le había visto el culo a nadie, así que acepté. Cuando Santalla reunió un grupo suficientemente grande, y después de recoger el dinero, nos llevó a ver el culo. Nos detuvimos frente a una valla de jardín, era una valla de alambre cubierta de arizónicas. Mirando entre las arizónicas podía verse a una gorda desnuda de cintura para abajo, podía verse eso y nada más porque el culo lo tapaba todo, hasta el sol. Era un culo enorme y blanco y asqueroso, el culo más grande del mundo. Le dije a Santalla que si cobrase por metro cuadrado de culo se haría rico. Ese día descubrí que un culo no es un culo, si no es culo. Es decir, que si un culo se parece más a un camión cisterna que a un culo, eso al final ni es culo ni es nada. MI padre decía que si él tuvieses ruedas de radios, manillar y timbre no sería mi padre, sería una bicicleta. Por la misma razón un culo capaz de provocar un eclipse de sol no es un culo.”
Me gustó mucho tú cita preferida,tal vez, porque la entendí de una manera en que se me hace familiar, casi propia... así que te la robé.
ResponderEliminarCaro.
Muy solipsista esto: "De todas formas, creo que lo que uno se inventa es más real que lo que a uno le pasa. Al fin y al cabo, lo que a uno le pasa no deja de ser un accidente."
ResponderEliminarTu cita favorita te la robaré. >:) Robar claro, si defiendes la propiedad intelectual privada. :)
Un abrazo monigote.
Pues cien años de perdón para ambos: yo lo transcribí para mandarme las partes y ahora resulta que... :D
ResponderEliminarEstas y otras cosas en común deberíamos ir a discutir al neruda un día y blablabla
un abrazo chicos
PD: caro... trata de secuestrar a la eme un día que coincidamos en los tiempos :D yo lo he intentado unas cuatro veces ya y sin resultados
loved it.
ResponderEliminarOye, quiero hablar contigo :)
:* abrazo
Mi prima de 3 años cantaba " El payaso Plin Plin se pintó la nariz" justo cuando leía la parte de los payasos y fue todo redundante y al borde de la dimensión desconocida.
ResponderEliminarMe sumo a la conversa en el Neruda, si es que no consigo ser mesera antes!